La adolescencia de Ndaba fue difícil, pero cuando llegó su vigésimo primer cumpleaños, Nelson Mandela decidió que su nieto estaba por fin listo para «ir a la montaña» y someterse a la prueba de coraje mediante la cual se convertiría en un hombre. Cuando el extenuante ritual tocó su fin, los ancianos de la tribu de los Mandela se reunieron, y el abuelo de Ndaba estuvo a su lado, como siempre, para compartir con él sus más preciadas lecciones de vida.